Hay historias que se sienten como una taza de té caliente: reconfortan, despiertan la curiosidad y nos invitan a mirar más allá de lo evidente. La historia del Earl Grey es una de ellas.
Seguro lo probaste alguna vez. Ese blend clásico de té negro con un perfume inconfundible: la bergamota. Pero, ¿sabías que nadie sabe con certeza cómo nació? Detrás de su elegancia británica, hay relatos contradictorios, leyendas diplomáticas, disputas comerciales... y más de un misterio sin resolver.
Un té con nombre de aristócrata
El Earl Grey debe su nombre a Charles Grey, segundo conde Grey y Primer Ministro del Reino Unido en la década de 1830. Reformista y figura clave en la abolición de la esclavitud en el imperio británico, poco podría haber imaginado que su apellido terminaría asociado a una de las infusiones más emblemáticas del mundo.
Según una de las versiones más difundidas, Grey recibió la receta como obsequio de un mandarín chino en señal de agradecimiento. Un emisario británico habría salvado al hijo de este noble en una misión diplomática, y a cambio, le entregaron la fórmula secreta de un té perfumado con cáscara cítrica. El conde, fascinado con la bebida, pidió a su proveedor de confianza que replicara el sabor. Así habría nacido el primer Earl Grey.
¿Suena romántico? Tal vez demasiado. La mayoría de los historiadores coincide en que Grey nunca viajó a China y que este relato tiene más de mito que de documento.
Otra teoría lo vincula a su papel como reformista. En 1832, Grey impulsó cambios que afectaron directamente a la Compañía de las Indias Orientales, hasta entonces con el monopolio del comercio con Asia. Algunas versiones sostienen que, en ese contexto, el conde habría accedido a mezclas de té aromatizadas con esencias cítricas que ya circulaban en Oriente.
Pero no todos estuvieron de acuerdo con esta historia. La Compañía de las Indias Orientales, por ejemplo, afirmó que fueron ellos quienes introdujeron primero los tés negros perfumados con cáscara de naranja amarga, según registros que datan de fines del siglo XVIII. Incluso se menciona a Sir Joseph Banks, naturalista y amigo de Charles Grey, como uno de los pioneros en experimentar con sabores cítricos para los tés.
Y aquí aparece la verdadera protagonista de esta historia: la bergamota, ese cítrico de piel rugosa y aroma envolvente que no se come directamente, pero que perfuma desde perfumes hasta infusiones.
Aunque se asocia fuertemente con el sur de Italia —sobre todo con Calabria—, hay quienes aseguran que su origen está en Asia y que llegó a Europa a través de las rutas comerciales árabes y otomanas. Algunos creen incluso que el nombre “bergamota” proviene de bey armut, que en turco significa “pera del príncipe”. No hay certezas, solo capas de historia superpuestas.
Lo que sí sabemos es que, en algún momento del siglo XIX, el aceite esencial de bergamota comenzó a usarse para aromatizar tés negros, reemplazando tal vez a mezclas más antiguas que usaban naranja amarga. Y que esa combinación fue ganando adeptos no solo en Inglaterra, sino también en Persia, Turquía y otras regiones donde el té ya era tradición.
La receta del Earl Grey fue reclamada por dos casas comerciales británicas: Twinings y Jacksons of Piccadilly. Ambas afirmaban haber sido las primeras en mezclar el té negro con aceite de bergamota a pedido del conde. Cada una presentó documentos y campañas publicitarias como prueba. La disputa se zanjó recién en 1990, cuando Jacksons fue adquirida por Twinings. ¿Quién tenía la razón? Nunca lo sabremos del todo.
Lo que sí sabemos es que hoy en día, bajo el nombre de Earl Grey, encontramos múltiples versiones: con lavanda, con pétalos de rosa, con notas más suaves o más intensas. Pero el perfume de la bergamota sigue siendo el hilo conductor.
¿Y si Earl Grey no fue el primero?
Algunas investigaciones recientes apuntan a que la mezcla de té negro con cítricos ya existía antes del siglo XIX, especialmente en regiones como Persia, donde el té con naranja amarga —conocido como Narenj— era una tradición. También hay registros de tés similares en Turquía. Incluso en China, hay relatos de tés perfumados con esencias naturales desde tiempos antiguos.
¿Y si el Earl Grey fue simplemente una adaptación occidental de una tradición más antigua? ¿Y si el conde solo tuvo el buen gusto —y la influencia política— para ponerle su nombre?
Un blend, muchas historias
La historia del Earl Grey es una mezcla perfecta de mito, comercio, geopolítica y botánica. Como sucede con muchas cosas que se transmiten por generaciones, es difícil rastrear con precisión su origen. Lo que queda, como en los buenos blends, es la experiencia: una taza que huele a historia, a misterio, y a ese toque cítrico que lo hace inolvidable.
Beneficios del Earl Grey
Energizante natural: gracias a su base de té negro, aporta cafeína suave para activar cuerpo y mente.
Propiedades digestivas: la bergamota puede ayudar a aliviar malestares estomacales leves.
Relajación emocional: su aroma cítrico y floral tiene efecto armonizante y puede ayudar a calmar tensiones.
Antioxidante: rico en polifenoles que combaten el envejecimiento celular.
Versátil y aromático: ideal para quienes buscan un té clásico pero con personalidad.
Algo que me encanta de esta historia es que el misterio que tiene nos inspira a crear nuestras propias historias con los blends. Es lo mágico del arte de crear mezclas gourmet.
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